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Lo que tiene valor, cuesta

El periodismo digital ha supuesto un cambio en el proceso informativo tradicional facilitando la inmediatez en la transmisión de la información y fomentando la interacción con el lector. Los usuarios demandaban una mayor actualidad, brevedad y rapidez en las informaciones, algo que se logrado gracias a Internet.

La pregunta que nos planteamos es ¿se debe pagar por leer este tipo de noticias en Internet?. Pues bien hay que tener en cuenta que la prensa digital, al igual que la impresa, es un negocio que necesita subsistir y ser rentable. Al igual que el lector de prensa impresa acepta pagar para leer un periódico y así obtener una información de calidad, el lector de noticias en Internet debería hacer lo propio.

Hasta hace poco las ediciones digitales de los periódicos impresos no eran más que un simple volcado de información. Los usuarios podían leer lo mismo en Internet pero sin tener que comprar el periódico. De ahí la pérdida de lectores que sufrió la prensa convencional. Actualmente, las ediciones digitales no solo ofrecen la información de actualidad sino servicios interactivos, encuestas, hemeroteca además de suplementos especiales para la edición digital. Muchas han comenzado a cobrar por leer sus contenidos, unas con el cobro íntegro de contenidos y otras como de forma mixta cobrando por contenidos de hemeroteca, dejando de libre acceso las informaciones del día combinada con los ingresos obtenidos por publicidad. Es el caso de The New York Times . En España, el diario digital elpais.es va más allá de la edición impresa, ya que actualiza la información en tiempo real, ofrece infografías animadas, multimedia, acceso a cuadernillos regionales y los suplementos, interactividad con los lectores, y la entrada al archivo histórico del País. Para acceder a todo esto es necesario suscribirse. La última en unirse al escenario digital ha sido Associated Press.

Muchos no están de acuerdo y algunos lo critican. Pero este tipo de información requiere una redacción digital, supone más trabajo para los profesionales y una lucha de competencia contra su propio periódico. No solo se paga sino que es necesario el pago por ciertos contenidos, de lo contrario la edición no podría subsistir. Es imposible para cualquier edición digital subsistir y costear el alto precio de una redacción digital sin obtener ingresos. La publicidad no es suficiente por lo que es necesario buscar nuevas oportunidades de negocio: venta de contenidos, cobro por determinados servicios, etc.

Los internautas deben concienciarse de la importancia de pagar para leer una información actualizada 24 horas, inmediata, fiable y de calidad. Aunque esto es muy complicado ya que las publicaciones digitales son medios que nacieron con la gratuidad como característica base. Definitivamente los usuarios no están acostumbrados a pagar por información online.

Personalmente me postulo a favor del cobro, porque se trata de un PRODUCTO (y como hay que pagar para obtenerlo como cualquier otro producto), elaborado por una serie de profesionales, que cobran por realizarlo, y que lo ofrecen a un potencial cliente. Además, hay que tener en cuenta que lo gratis no significa calidad ni fiabilidad.

Una solución intermedia para los defensores y detractores de la iniciativa sería ofrecer (como hacen algunas publicaciones) gratuitamente casi por completo el periódico digital pero reservar para los suscriptores contenidos más elaborados como reportajes, artículos de opinión o servicios como el de archivo o hemeroteca. Otro, el escogido por muchos periódicos digitales es permitir leer los titulares y reservar el desarrollo de la noticia y servicios interactivos y multimedia para los suscriptores.

A pesar de todo, del éxodo de lectores, de la gratuidad o el pago de contenidos… las ediciones digitales nunca van a acabar con las ediciones impresas. Sigue siendo más cómodo llevar un periódico en las manos y leerlo en cualquier lugar que leer el periódico en la pantalla del ordenador. Poco a poco estas publicaciones encontrarán su sitio pudiendo convivir con las ediciones impresas, de la misma forma que la televisión no acabó con el cine, ni este con el teatro.

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